Mi última semana del año la viví (y sigo viviendo) en Silicon Valley, específicamente en Atherton un pueblo junto a Palo Alto, hogar de la Universidad de Stanford y Alma Mater de muchos genios que han revolucionado la industria digital.
Impresiona conocer el modo de vida de estas personas, las calles que caminan todos los días y los lugares donde trabajan. Y dos palabras me vienen a la mente: dedicación y sencillez. La cantidad de tiempo que le dedican a su trabajo y a aprender a como hacerlo de manera excelente, la sencillez con la que visten y los lugares comunes que visitan; pero también la dedicación que le dan a sus hobbies, a sus pasiones y a las actividades que realizan en su tiempo libre.
Descubrir las ondas de radio FM, la creación de HP, Sun Microsystems y Google son tan sólo algunas de las cosas que se escuchan que se fundaron, descubrieron o crearon en Stanford. Y es para esperarse, con semejante dedicación.
Y es que ayer comía en un restaurante en Woodside, una zona boscosa muy arriba de la montaña y cuando regresamos mi hermana me comentaba que en el centrito de Woodside hay un pub donde Steve Jobs solía ir. Para ponerlo en perspectiva, imaginen unas 15 cabañas bajando una montaña, en una hay un pequeño súper, otra es un café y las demás ofrecen servicios similares. Sólo era materia de suerte encontrarse con él o con algún otro personaje importante.
Ahora, misma situación en México. Si quisiera ir al bar donde Azcarraga o Slim van, lo primero que me imagino es 3 barreras de seguridad, 30 carros de güaruras estacionados y mucha mamonería. Sólo digo.
En cada viaje que hago observo las costumbres y evidentemente la personas son diferentes en cada lugar. Algunas costumbres nos pueden servir para mejorar, otras tal vez las desechemos. Pero creo que siempre podemos rescatar los mejores atributos de las personas que conocemos, aprender de ellos y usar estas características para hacer del lugar donde vivimos un mejor lugar.